EL TIEMPO NO LO CURA TODO.
EL TIEMPO NO PONE A CADA UNO EN SU LUGAR.
EL TIEMPO NO NOS DEVUELVE LO QUE NOS HA ARREBATADO.
EL TIEMPO SOLO ES TESTIGO DE NUESTRAS VIDAS.

Cuando el tiempo pasa y el dolor no remite es difícil describir sin caer en el dramatismo lo que uno siente y piensa. Hace unos meses recibí un regalo, se trata de un libro de Espido Freire, Premio Planeta 1999, cuando comencé a leerlo no podía casi ni respirar. Tenía la sensación de que me hablaban mis propios pensamientos, de que en esos primeros párrafos se reflejaban mis miedos, mis frustraciones y, al llegar a un punto de la lectura te deja el cuerpo con esa sensación tan horrible de desazón, de angustia e impotencia.

"Melocotones helados" Espido Freire Premio Planeta 1999. Editorial Planeta

"Existen muchos modos de matar a una persona y escapar sin culpa: es fácil deslizar una seta venenosa entre un plato de inofensivos hongos. Con los ancianos y los niños, fingir una confusión con los medicamentos no ofrece problemas. Se puede conseguir un coche y, tras atropellar a la víctima, darse a la fuga. Si se cuenta con tiempo y crueldad, es posible seducirla con engaños, asesinarla mediante puñal o bala en un lugar tranquilo, y deshacerse luego del cadáver. Cuando no se desean manchas en las manos propias, no hay más que salir a la calle y sobornar a alguien con menos escrúpulos y menos dinero. Existen sofisticados métodos químicos, brujería, envenenamientos progresivos, palizas por sorpresa o falsos atracos que finalizan en tragedias.

Existe también una forma antigua y sencilla: la expulsión de la persona odiada de la comunidad, el olvido de su nombre. Durante algún tiempo el recuerdo aún perdura, pero los días pasan y dejan una capa de polvo que ya no se levanta. Todo el pueblo se esfuerza en dejar atrás lo sucedido con los puños apretados y la voluntad decidida, y poco a poco, el nombre se pierde, los hechos se falsean y se alejan, hasta que, definitivamente llega el olvido.

Llega la muerte.

Es fácil. Una vez habituados a él, el olvido resulta sencillo. La mente, que flaquea con la edad, ayuda a enterrar el pasado. A veces las puertas de abren y surgen los antiguos fantasmas. Otras, la mayoría, permanecen cerradas, y los muertos no regresan de la muerte, ni del olvido.

Es fácil. Se olvida todos los días."

Al término de esta lectura se me ocurre que las personas desaparecen dos veces: una cuando en el tiempo presente, de repente, no se encuentran a tu lado, no puedes verlas, hablar con ellas, ni explicar su ausencia; y otra, quizá más cruel, cuando todos se olvidan de su nombre, de su existencia de que en el pasado formó parte de nuestras vidas. Así se mata definitivamente a las personas: olvidándolas.

Durante la primera forma de desaparición, la vorágine de los acontecimientos te devora y no tienes tiempo para pensar en como todo ello empieza a dejar una huella que se va extendiendo a todas las facetas de tu vida. Te levantas pensando en ella, qué hacer, a dónde ir, dónde buscarla, con quién hablar, a quién recurrir, cómo explicar lo que está pasando, cómo decirle a tu madre, a tus hermanos, a los amigos lo que no puedes comprender. Pero el día a día te lleva en volandas, hacer cosas, hacer cosas, hacer cosas es lo único en lo que puedes pensar. A veces ni siquiera hay tiempo para meditar sosegadamente las opciones, hay que seguir adelante. Casi siempre consigues que se imponga la razón, pero a veces, inevitablemente, te lleva la pasión y el corazón y no siempre se acierta.

A medida que el tiempo transcurre, empiezan a agotarse las ideas ya no hay tantas cosas por hacer, no sabes a dónde ir, no sabes dónde buscarla ni con quién hablar o a quién recurrir. Empieza la terrible decadencia del ánimo en la que el único culpable terminas siendo tu y tus propias limitaciones e incapacidades: hace aparición la frustración, ya no te abandonará jamás. Estás frente a la segunda de las fórmulas.

Afirmo que la segunda forma de desaparición es más cruel todavía, porque a diferencia de la primera, la vives de una manera más consciente. De pronto nadie menciona su nombre, nadie habla de ella, nadie te pregunta por ella. Su espacio empieza a ser ocupado por otras personas, su trabajo, sus responsabilidades, sus proyectos siguen adelante pero con otros protagonistas. Si, es ley de vida, pero es muy difícil de asumir. Sentir, percibir, y ser consciente de como la olvidan te hace mucho daño, revelarte contra ello es casi imposible y el miedo es caer tu también en esa dinámica.

Afortunadamente mi memoria está viva, al igual que la de mi familia, y muchos amigos y amigas. También la recuerdan personas que no conozco pero que cuando se cruzan conmigo y me miran sé que no se compadecen de nosotros, su mirada lo que expresa es: ¡ánimo, seguid luchando!. Los medios de comunicación no se han olvidado de María José Arcos y siempre que lo hemos necesitado han estado ahí respaldando nuestra lucha.

Es importante reconocer la labor de todos, los más conocidos y los más anónimos, los más allegados y los más lejanos porque, independientemente de que se hayan podido tomar decisiones acertadas y otras que a lo mejor no lo fueron tanto, todos con su presencia o su ausencia, su apoyo o su crítica, su escepticismo o su convencimiento, su lucha o su abatimiento, su respeto o su descaro, sus declaraciones o su silencio; todos por igual han contribuido a que hoy más que nunca me reafirme en el convencimiento de que he hecho cuanto me ha sido posible, cuanto ha estado en mi mano, con una determinación y tesón que ellos y ellas han impulsado; mi único fin es recuperar a María José, el combustible que ha permitido que no desfallezca es el empuje de todas esas personas y grupos que de tan múltiples maneras han estado ahí. A todos, indistintamente de vuestro papel, de vuestra actitud, gracias por ayudarme a sentirme fuerte, por reafirmarme en mis convicciones: alguien se ha llevado injustamente a María José y no pararé hasta conseguir recuperarla.

No es el momento de buscar culpables, aunque es inevitable tener en mente que como las meigas "habelas, hailas"; no es el momento de implorar venganza, no es el momento de dar salida al rencor, el resquemor y la cólera. Hoy solo quiero que me devuelvan lo que tanto añoro, que aparezca María José. Después, cuando María José haya regresado con los suyos, cuando sepamos dónde y cómo podemos "hablar con ella", será otra la lucha y quizá el momento de emprender todas esas batallas pendientes.

Mi vida nunca volverá a ser la misma, pero aunque no hubiesen intervenido todos estos personajes, la simple ausencia de María José basta para cambiarla por completo. De ella recibí consejos, apoyo, y sobre todo consiguió transmitirme su ánimo de lucha, su afán por conseguir mejorar lo que nos rodea, ella consiguió acercarme a la vida que hoy llevo y ayudarme a construir mi interior. Siempre fue mi hermana, pero en los últimos años que compartimos fue sobre todo mi amiga, mi mentora, mi protectora y mi consejera.

Ese vacío nada es capaz de llenarlo, siempre que me enfrento con algo nuevo, o con algún fantasma del pasado me falta su consejo, me falta su complicidad y su apoyo. María José respeta tan profundamente las convicciones y los ideales ajenos que es capaz de apoyarte en ellos sin reservas, aunque personalmente piense que te equivocas. No conozco a muchas personas capaces de ayudarte de esa manera, ella si puede porque es una persona segura de si misma y con la sublime capacidad de infundirte esa confianza que ella siente. Siempre decía que, aunque se pierda, merece la pena la lucha si tus fines y tus metas son honestos y crees realmente en lo que defiendes.

Creo en la justicia, en la honestidad y en el merecido fin de la lucha que hemos emprendido con la búsqueda de María José, por ello aunque a veces nos fallen las fuerzas no renunciaremos jamás a ella. Puede que perdamos batallas, pero no perderemos la guerra: María José estará con nosotros y quien se la ha llevado sabrá que esta familia jamás podrá perdonar sus actos.

Hay una canción que refleja lo que me hace sentir su ausencia, podéis escucharla en esta sección, es una canción de Rosana titulada "Si tu no estás" y que fue nuestra única declaración el día 14 de julio fecha en la que celebramos la penúltima de las concentraciones convocadas en Santiago. Solo unas frases: "si tu no estás aquí me sobra el aire…"; "no quiero estar sin ti…"; "tratando de entender quién hizo un infierno el paraíso …"; "no puedo estar sin ti…".